viernes, 16 de mayo de 2008

Hecho

La secretaria de uno de los jefes atiende el teléfono.
Pone cara de fastidio.
Nos mira a Pablo y a mí.
-¿No la quieren atender? Es una mujer que llama siempre pensando que esto es una carnicería.
-Pasame que le tomo el pedido- dice Pablo
Sin inmutarse, le sigue la corriente.
-A ver, no sé si nos queda vacío. ¿QUEEEEDAAA AAAALLLGOO DE VACÍIIIOOO JUAANNN?
-SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Se tienta hasta lo máximo.
Me pasa el teléfono porque no puede más.
-¿Cuánto de vacío doña?
-Un kilo
-Un kilo, bien. ¿Algo más?
-Tres chorizos
-¿Tres kilos?
-No, no, cómo tres kilos, tres chorizos.
-A ver...un kilo de vacío, tres churizos...algo más?
-Yyyyy...póngame algo de pollo también, dos pechugas o cuatro patitas.
-No sé si queda, espéreme un segundo. ¿PAAAABLOOO QUEEEEEEDA POLLLLLLLOOOOO?
Desde lejos se escucha que sí.
Y a Marcos haciendo un mugido muy fuerte.
-Si señora, le anoto las dos pechugas, el vacío y los tres churizos. Muchas gracias eh.
-Pero no le di la dirección.
-Ah, si, es verdad. Dígame.
-Udaondo 324 5º A.
-A ver…Uda…ondo….tres..dos…cuatro…quinto…A.
-¿Cuánto tardará más o menos?
-Ehhhh….póngale una horita, el pibe de los repartos anda medio retrasado. Como viene el fin de semana todo el mundo quiere el asadito en familia, vio.
-Bueno, bueno, lo espero entonces.
-Listo, quedamo’ así.

Los nombres y la dirección son ficticios, por nuestro bien.
Todo el resto juro que es verdad. Los mugidos me mataron.
Y si no me reí diciéndole churizos no me río nunca más con nada.

No hay comentarios: